Reto del cuenco diario

El diez de mayo de 2019 asistí en Madrid, en la galería AraArte, a la inauguración de la exposición Chawan: el espíritu de un cuenco, nacida de las manos del maestro Alfonso d’Ors. Tuve la fortuna de haberle conocido en una excursión pedagógica a Manises en junio de 2018, antiguo y reconocido centro productor de cerámica valenciano. El fantástico viaje lo organizaba la Escuela de Cerámica de la Moncloa, de la que es director y donde en el pasado fue compañero y alumno de mi abuelo, a quien recuerda con especial cariño. Como persona entrañable que es, fue automático entablar una bonita relación con Alfonso. Desde ese momento, no ha cesado de aconsejarme conocer a otros ceramistas amigos suyos y asistir a actividades relacionadas con la cerámica muy enriquecedoras personal y profesionalmente. Como lo fue aquella inspiradora exposición.

Si algo recuerdo con viveza del evento, es cuando recomendó hacer un cuenco al día a la audiencia que llenaba la sala, además de sus preciosos cuencos de inspiración japonesa. Allí asistí acompañado de una mujer guatemalteca preciosa de quien me estaba enamorando y que una noche después, en Cáceres, me rompería el corazón. Quizás la mezcla de ambos acontecimientos: la inspiración del primero y la motivación de superación del segundo, me empujaron a aceptar el reto e intentar hacer de ello algo transcendente. Quería demostrarme que soy capaz de mantener mi palabra conmigo mismo día a día. Y necesitaba probar que puedo hacer realidad las cosas que —nunca mejor dicho— están en mi mano, en contraste con aquellas otras en las que dependes de la voluntad de terceras personas.

Una vez meditado tranquilamente y decidido, era el turno de elegir un día para empezar cuyo simbolismo acompasara a la importancia que tenía para mí el propósito. Y ese día tuvo que ser el 28 de noviembre de 2019, cuando cumplía un año de mi alta como trabajador autónomo, una de las decisiones más meditadas a lo largo de mi vida. Desde entonces, cada día, hago un cuenco —al menos, claro—. Y acercándome ya al medio ciclo solar —escribo estas líneas el día 178—, puedo decir que es una de las decisiones más acertadas que he tomado. Pues bien, así empezó todo: conociendo a una persona muy especial, doliendo un desamor y rodeado de chawanes.

Imagen de portada: Ortega Durán, J., 2018. Cuatro chawanes. Fotografía digital.