Esmalte que patina

Caprichoso el esmalte que patina
dibujando caricias a su antojo,
que sabiéndolo libre, me sonrojo,
pues nunca sale como uno imagina.

Movido por el calor, él camina;
como puede avanza con arrojo,
aun a riesgo de provocar enojo,
pues la propia la gravedad le conmina.

¿Libre o preso de su naturaleza?
Quizás resistirse le dolería,
quizás él no posea tal destreza.

Esmalte, ¡sin ti el barro, qué sería!
Fluye, vive, llora sobre la pieza
que desee darte su simpatía.

Julián Ortega Durán,
24 de julio de 2020.