Sustento

Tu sostén, aquello que te da vigor, puedes hallarlo en los lugares más sorprendentes porque sus formas de presentarse son y serán siempre infinitas. El alimento a veces es el agua que calma tu sed y te ayuda a continuar en tu camino, pero también lo es el ánimo que te transmiten otros seres que física o etéreamente te acompañan, o la vitalidad que te infunden objetos que estimulan tu memoria, empujándote a avanzar, o también —por qué no— una mirada cautivadora que contenga toda esa energía que alimenta y estimula tu iniciativa, así como la vibración de unas notas musicales que te revitalizan. Incluso lo que no es nada, por no existir aún, como un sueño, habitante de un futuro incierto, puede ser ese apoyo que aliente tu arrojo y te haga resistir cuando nada quede, salvo esa postrera y delicada ilusión. Y más allá, hasta las fuerzas en contra, oponiéndose a tu progreso, tienen la facultad de nutrir sentimientos de impulso hacia delante, de superación personal.

Ante tan incalculable por eterno despliegue de causas motoras, erraríamos si tuviéramos por fácil encontrar con sencillez la motivación que a uno le impulse. No siempre lo es; descubrirla es un ejercicio de búsqueda constante, cotidiano y consistente en prestar atención y aprovechar cualquier brizna de pasión por la vida que nos regale una mirada.

Imagen de portada: Bouguereau, W., 1886. La soif. Óleo sobre lienzo, colección desconocida.